Si Jehová no edificare la casa, en vano
trabajan los que la edifican, si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.
Salmos 127.1
Este texto bíblico habla de la familia, porque la familia es la principal construcción de una sociedad. En realidad, el texto puede aplicarse a cualquier institución de la sociedad en la cual los hombres participen, pero en esta ocasión, nos enfocaremos en la familia, como la casa que estamos llamados a construir.
Hemos recibido un encargo de parte de Dios, una tarea nos fue asignada, debemos construir una casa y debemos cuidar una ciudad.
El texto bíblico parece indicar que hay individuos involucrados en una construcción de una casa, pero el versículo dice que Si Dios no construye con nosotros, el trabajo de la construcción sería en vano.
Esa casa es la familia, el hogar.
¿Quiénes son los constructores en la familia?
Los encargados de construir son básicamente el padre y la madre. Todos los miembros de la familia colaboran, pero hay un orden que debemos tener muy claro para que esta construcción no se vuelva un caos.
Si consideramos la Familia como un edificio que debe ser construido, este edificio tiene un plano de construcción, el plano de construcción lo ha diseñado el Arquitecto del Universo. El edificio debería construirse según las especificaciones de forma y belleza del diseñador y respetando las indicaciones con respecto a los materiales que deben usarse.
Hay serios problemas cuando un Arquitec-to o Ingeniero civil realiza la labor de inspección y se percata de que no se están siguiendo las instrucciones del plano ya sea en cuanto a forma y diseño o materiales utilizados.
Por esta razón estamos en serios problemas, el Arquitecto está haciendo la revisión de la construcción y está muy molesto porque los constructores han ignorado muchas de las especificaciones.
El mundo y sus civilizaciones, es decir, la sociedad humana, tendrá belleza en tanto se construya de acuerdo al modelo del Arquitecto Divino. Por esta razón hay aspectos de la civilización que sí son dignos de admiración, porque queriéndolo o no, se ha trabajado según la intención del Diseñador.
Pero la funcionalidad de este “edificio social” se ha puesto en riesgo cada vez que se han pasado por alto las instrucciones sobre los materiales y las indicaciones precisas del Arquitecto.
La razón por la cual se comienzan a derrumbar las paredes del gran edificio, la razón por la cual las columnas se están agrietando, la razón por la cual los que construyen se estorban unos a otros, es que no se han seguido las instrucciones divinas para la construcción.
El versículo también nos habla de una ciudad que debería ser guardada, protegida, defendida. Esto indica con claridad que hay amenazas, posibles invasiones del enemigo. Y el texto nos dice que es posible que estemos haciendo un terrible esfuerzo por salvaguardar esta gran ciudad, pero puede ser en vano, no servirá de nada si no hemos seguido las instrucciones divinas.
La humanidad ha construido la sociedad como un gran edificio que no corresponde al diseño del Arquitecto. Pero el problema no comienza con la corrupción de los gobernante, el problema empieza en la núcleo más básico de la sociedad, la familia.
El enemigo ha venido a cuestionar el modelo de Dios en el cual un hombre y una mujer se unen en un firme compromiso para ejercer su rol asignado por Dios.
La Biblia dice:
He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre
Salmo 127.3
Pero, muchas mujeres, dominadas por el egoísmo ya no quieren ser madres, o tienen en poco la sagrada tarea de la materinad. ¡Otras han llegado al extremo de odiar el fruto de sus vientres!
También dice Dios:
Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos.
Salmos 127.5
Las saetas son flechas y tener la aljaba llena de saetas, se refiere a la bendición de ser padre de muchos. Pero muchos hombres han dejado su responsabilidad de proveer, proteger y liderar sus hogares y viven para sí mismos.
El material con el cual se construye la sociedad es la familia, y si la familia está débil y mal construida, la sociedad estará débil y mal construida también.
La humanidad ha rechazado el modelo de Dios para la familia y ha rechazado el modelo de Dios para la Iglesia. La sociedad se ha atrevido a redefinir el concepto de matrimonio y de familia y ha despreciado el valor de la vida humana y por otro lado, el concepto de la Iglesia como el Pueblo del Pacto ha sido ignorado y menospreciado también. Todo esto es equivalente a un rechazo absoluto del plano de construcción provisto por Dios para la humanidad y equivale a dejar abierta la puerta para la invasión de los enemigos de la raza humana.
La humanidad está en grave peligro porque no está guardado apropiadamente la gran ciudad, ignorando las advertencias de amenza de invasión.
¿Dónde están los planos de construcción de la casa? ¿Dónde están las instrucciones sobre cómo cuidar la ciudad?
¿Sabe alguien dónde están esas instrucciones?
Dios en Su Santa Palabra, la Biblia, ha trazado muy claramente el diseño y ha especificado con detalle los materiales necesarios para la construcción del edificio ideal. Dios en Su Santa Palabra nos enseña que no tenemos el poder de cuidarnos solos, debemos reconocer que lo necesitamos a Él para que nos cuide.
El rechazo de la Palabra de Dios equivale al rechazo de Dios mismo.
Dios nos enseña a construir con los materiales de amor, comprensión, respeto, perdón y misericordia. ¿Está usando usted estos materiales para la construcción?
El enemigo ofrece otros materiales que son baratos pero de pésima calidad y también nos dice que cada uno construya como quiera, que no hay reglas en la construcción. Pero ya estamos viendo el resultado de usar esos materiales de mala calidad.
Debemos volver al modelo bíblico que exalta en la familia el bello e indispensable rol de la madre y que exalta y reconoce el indispensable rol del padre y ambos en dependencia de Jesucristo que es el fundamento de Roca firme. Sin este fundamento, las paredes pronto se agrietarán y la construcción se derrumbará.
Los creyentes estamos pidiendo con insistencia a Dios que este tiempo de crisis no pase en vano, sino que sirva para despertar consciencias y para que volvamos a Él, volviendo a Su Palabra. Y aunque muchos no atiendan al llamado al arrepentimiento, no debemos desmayar, porque un día, el Arquitecto y dueño, el Señor Jesucristo, volverá y todo será reconstruido, como escribió el apóstol Pedro:
“Pero nosotros esperamos, según sus
promesas, cielos nuevos y tierra nueva,
en los cuales mora la justicia.”
II Pedro 3.13