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Han sido tiempos difíciles para el país. La inseguridad social, la corrupción, los elevados índices de pobreza y el desempleo han carcomido la ilusión, la esperanza y el optimismo de un amplio sector de nuestra sociedad, que hoy vive una de las fiestas electorales más apagadas de las que recuerda nuestra democracia.
“No hay por quién votar”, “Todos los políticos son iguales”, y “Ninguno vale la pena” son parte de las frases más usadas por la desmotivada población cuando se les consulta por cuál candidato emitirán su sufragio el próximo 4 de febrero.
Es entendible la posición huraña y desconfiada de nuestra población, ya que en los últimos tiempos muchos de nuestros políticos se han visto involucrados de manera lamentable en hechos corruptos que han generado ese ambiente de desesperanza en muchos ciudadanos.
Pero hagamos un alto en el camino y reflexionemos sobre la responsabilidad que está en cada una de nuestras manos este primer domingo de febrero cuando vayamos a elegir al próximo presidente.
Pensemos en el privilegio que aún tenemos en nuestra golpeada democracia, y consideremos que, a pesar de todos los antecedentes, todavía poseemos en nuestras manos el poder de elegir quién sí y quién no puede llegar al Poder Ejecutivo para el periodo 2018-2022.
Evaluemos que a pesar de tantas condiciones adversas por las que podamos atravesar, aún nuestra democracia nos permite designar mediante elección popular a nuestro próximo mandatario; es tanto así, que hasta tenemos la peculiaridad de tener 13 aspirantes a la Presidencia de la República.
¿De verdad no tenemos por quién votar? ¿O es que no hemos tomado un tiempo para evaluar con sapiencia y equilibrio las distintas opciones que nos dan los 13 candidatos?
Oficialistas, socialistas, de izquierda, socialdemócratas, liberales, ambientalistas y sindicalistas: ese es parte del repertorio de ideas, pensamientos y filosofías que están en la papeleta más importante de la elección del próximo 4 de febrero.
Los puede evaluar hasta por sus profesiones y experiencia política ya que empresarios, abogados, médicos, periodistas, docentes y ambientalistas forman ese ramillete de alternativas que encontramos en los 12 hombres y una mujer que están buscando la silla presidencial durante los próximos cuatro años.
Desde nuestra trinchera en el Periódico Gente, nos tomamos la licencia para llamar a la reflexión y a la responsabilidad ciudadana de elegir al que será nuestro próximo presidente de la Republica.
Lo hacemos sin tomar partido, ni candidato; pero sí con el valor moral que nos da el informar en cada emisión sobre las necesidades de cada uno de los ciudadanos de los cantones donde circulamos; pero, además, con el deber cívico de denunciar abiertamente aquellos hechos que consideramos incorrectos, independientemente del partido o político que se encuentre al mando de cada cantón.
Vivamos la fiesta electoral y votemos, no deje que otros decidan por usted. Salga a votar y elija a aquel candidato que llene más sus expectativas y al cual podremos pedir cuentas del buen o mal accionar, ya sea como presidente de la República o diputados por los próximos cuatro años.
Recordemos que una sociedad democrática como la nuestra se compone de todos y que este 4 de febrero en ese minuto y medio que tenemos para emitir el sufragio, en la urna todos somos iguales, porque esa papeleta no distingue entre etnia, credo, nivel académico o económico; no distingue sexo, ni la inclinación religiosa y el color político. Ahí somos todos iguales, gracias al esfuerzo de aquellos que hicieron posible vivir en este pequeño refugio de paz y democracia; la cual hoy está en nuestras manos y no debemos dejarla escapar.