domingo, diciembre 22
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Turrialbeños festejan tener rehabilitación cerca de sus casas

• Servicio de rehabilitación del hospital William Allen Taylor cumple primer año con gran éxito. Más de 106 personas han sido atendidas en el servicio durante el 2020.


Juan Diego Soto Fonseca, es licenciado en terapia física y máster en movimiento humano y salud integral que visita a estos jóvenes en su hogar.
Servicio es parte de la transformación para ampliar capacidad resolutiva del hospital y evitar traslados de pacientes a Cartago y San José.

TURRIALBA. La rehabilitación es el abordaje de terapia y educación para que pacientes recuperen o mejoren capacidades físicas necesarias para desempeñarse en la vida diaria después de enfrentar un accidente en la casa o una enfermedad que disminuye sus funcionalidades acostumbradas. 

Y, si bien hay métodos generales de intervención para las patologías más comunes, la intervención es personalizada, pues se ajusta a las condiciones y necesidades de cada paciente; es allí donde se produce una alianza con el terapeuta y, en muchas ocasiones, también con familiares, para tratar de alcanzar la funcionalidad deseada entre todos.

Es por eso por lo que la mejor manera de comprender los beneficios de la terapia es conocer el proceso educativo y práctico vivido por los pacientes en su recuperación.

Algunos ejemplos son los siguientes:  

Tras caer de un árbol de manera muy violenta José Alberto, indígena cabécar de la comunidad de Alto Pacuare, le implantaron un pin de metal a lo largo del fémur para repararle las quebraduras del hueso.  Después de la operación notó que perdió fuerza y movilidad, esto repercutió de manera inmediata en la marcha, pues ni siquiera podía mover la rodilla. Su condición actual es la recuperación de la movilidad de la pierna y la mejoría en el desempeño de sus actividades de la vida diaria.  

Tras un cáncer en hueso Maikel Corrales, un joven de 14 años de Turrialba, le reemplazaron la rodilla con una prótesis especial para evitar la amputación. Su reto era como aprender a caminar de nuevo. En este momento ya camina ayudado con bastón, y está en franca mejoría.

Como ellos más de 106 personas han pasado este año por el servicio de rehabilitación del hospital William Allen de Turrialba. La mayoría de los pacientes beneficiados son de ortopedia, cardiología y cáncer, pero también hay pacientes de geriatría y medicina familiar.



Hospital transforma capacidad resolutiva 

Esa nueva etapa de acceso a la rehabilitación en Turrialba impacta con gran beneficio a los pacientes de la zona porque les permite recibir la terapia física cerca de sus residencias, un salto de gran satisfacción en el servicio porque evita el traslado cuando sufren dificultades para moverse.

En otras circunstancias las personas hubieran tenido que movilizarse desde la zona de Turrialba hasta Cartago o San José para recibir las terapias, lo cual multiplicaría las dificultades de traslado, mayor inversión de recursos económicos, y fatiga emocional por recorrer largas distancias con una dolencia que afecta la movilidad, es dolorosa y provoca inseguridad en la marcha.

Evitar el viaje en condiciones difíciles motivó el esfuerzo de la directora del hospital de Turrialba, doctora María Eugenia Villalta, quien hizo la gestión necesaria para dotar al centro médico de la infraestructura, equipos y el recurso humano para dar marcha al servicio de rehabilitación. 

“Algunos pacientes tardan horas hasta llegar al hospital y ahora tenemos la dicha de poderlos atender en nuestras instalaciones cada semana sin tener trasladarse a otros establecimientos. Ahora van a recibir el mismo servicio, de alta calidad, pero más cercano a su casa”, afirma con satisfacción la doctora Villalta.


Juan Diego se lanza a crear un nuevo servicio 

El traslado de Juan Diego Soto Fonseca, licenciado en terapia física y máster en movimiento humano y salud integral, fue una de las bases para concretar el nuevo servicio. Después de una década de trabajo en hospital Calderón Guardia él asumió el reto de trasladarse a la zona para un nuevo comienzo, donde según dice, mejoró su calidad de vida y los pacientes obtienen alto impacto.

“El hospital me recibió con los brazos abiertos, todos son muy colaboradores y vieron la oportunidad de realizar un abordaje integral con rehabilitación y por eso la experiencia ha sido muy gratificante en lo personal y lo profesional. Especialmente ver la recuperación de las personas hace que todo el esfuerzo tenga sentido” afirma el terapeuta. 

Maikel ya camina con un bastón. El futuro vuelve a abrirse para él, dice Juan Diego con orgullo del trabajo realizado, igual que señala a José Alberto, como personas ejemplares que es esfuerzan en alcanzar su recuperación mediante la terapia en el hospital y los ejercicios recomendados para hacer en casa. 

Justamente él trata de que el paciente vaya acompañado a las terapias, de tal manera que algún familiar o cuidador pueda ver el programa de ejercicios y, de esa manera, sea un refuerzo de corrección y motivación parar replicar las rutinas en el hogar. 

Esa característica es una de las reglas de la consulta en Turrialba que favorecen el éxito y por lo cual los pacientes han notado el progreso y se han recuperado funcionalidad. 

El compromiso del paciente es clave en el éxito de la rehabilitación, afirma como sentencia máxima del trabajo. Y agrega que “las personas con mayor daño son las que suelen tener mayor compromiso y disciplina con la terapia, como si el compromiso fuera proporcional a la incapacidad que enfrentan”. Por eso él sabe que su trabajo es también de motivación y de trazar una visión de futuro con los pacientes. 


Maikel y su nueva rodilla

Maikel, de catorce años, dejó de sentir la fuerza de siempre cuando jugaba fútbol y más bien se percataba que cada día se encontraba débil y diferente. Entonces consultó y le detectaron un tumor maligno en la rodilla, lo operaron, los médicos lograron salvarle el pie gracias a una prótesis de rodilla, y ahora está en proceso de rehabilitación y quimioterapia para recuperarse.

“Cuando llegué a rehabilitación no sabía muy bien qué era, pero los ejercicios me han hecho bien para mejorar mi condición de vida” afirma el adolescente con esa firmeza de espíritu de quien ha experimentado una situación límite. 

Cuenta que el proceso ha sido rápido: “Cuando supe dijeron que tenía un tumor en la rodilla fue un poco triste, desesperante, pero ya va pasando. Cuando me dijeron que tenía que reconstruirme la rodilla estaba muy preocupado porque me explicaron que si en la cirugía algo se complicaba tendrían que amputar la pierna, pero gracias a Dios, no ocurrió así y sí pudieron operarme bien”.

Y agrega con entusiasmo: “En rehabilitación aprendí que el ejercicio es muy importante para poder volver a ser el mismo de antes, caminar perfectamente, y no quedar renco ni nada de eso. Ya estoy caminando. Estuve que no puede mover los dedos, pero con la terapia ya puedo caminar bien y voy mejorando”. 

El adolescente dice que está agradecido con el hospital y ahora en rehabilitación está entusiasmado con el progreso. “Me dijeron que poco a poco iría mejorando, entonces ahora tengo más confianza para hacer los ejercicios. Han sido fáciles porque Juan (el terapeuta) me explica bien”. 

Su conclusión de los últimos meses es una mezcla de valentía y reto: “Aprendí que no hay que darse por vencido y hay que seguir luchando”. En el hospital todos le dicen que no está solo, además de su familia y sus amigos, el equipo de salud está con él. 

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