viernes, marzo 29
Shadow

Una leyenda en el arco

Marta Julia Díez redaccion@periodiocgente.co.cr

Gladstone Edmond’: Quiero pasar el resto de mis días en Tibás’ 

Gladstone Hugh Edmond Clark nació en Limón el 20 de marzo de 1950, pero el trabajo de su padre hizo que él, su madre y sus 5 hermanos emigraran a San José en los años sesenta y dejaran su vida en el Caribe. Una migración que traería nuevas oportunidades para los hermanos Edmond, a algunos en el plano académico, y otros verían cómo se materializaba su futuro en el horizonte deportivo.

“Fue una decisión difícil, toda mi familia era de Limón, pero nos vinimos. Primero estuvimos en Guadalupe; luego, nos pasamos a Tibás. En ese momento, mi papá trabajaba para el Ferrocarril. Aquí en San José fui a la escuela de Cinco Esquinas y a la República Argentina. Precisamente, inicié con lo del fútbol en los mosquitos del Independiente de Cinco Esquinas, y después en las ligas menores de Barrio México”.

Gladstone inició como delantero, pero luego los entrenadores vieron su potencial como guardameta, posición que lo distinguió desde 1968, cuando defendió el marco del Juvenil del Saprissa, en la Segunda División. “Me pusieron de portero y después seguí, hasta que me retiré”, recuerda.

Hoy, a sus 67 años re-cuerda que, como a muchos otros niños, las mejengas en el barrio y los entrenamientos en los mosquitos lo llenaban de alegría, reconoce que en ese entonces por su cabeza no pasaba la idea de dedicarse solo al fútbol, y mucho menos llegar a la Selección Nacional.

“En 1969 Javier Rojas me llevó a Primera División, a Heredia. Él creía en mí. Cuando llegué, tuve suerte de principiante porque los otros dos porteros estaban lesionados, y me tocó ser titular. Recuerdo que mi debut fue en 1970 contra Saprissa, y yo solo tenía 20 años. Aun así, no pensaba dedicarme a eso… pero el ambiente me envolvió”.

En los setenta, ser jugador de Primera División era muy diferente a lo que es hoy: todos tenían otros empleos y entrenaban en las horas de almuerzo o después del trabajo, tres veces por semana. Había que esforzarse mucho y sacar tiempo de donde se pudiera porque no había la exclusividad de la que gozan los futbolistas profesionales.

“En ese tiempo yo era famoso… pero no dejé de trabajar en Recope, como misceláneo, primero, después fui operario de combustible en el plantel de La Garita, y finalmente en el Aeropuerto hasta que me pensioné. No se podía vivir solo del fútbol, como ahora”.

Antonio Moyano Reina y Marvin Rodríguez, entrenadores de la Sele, lo llamaron en 1982 para la primera fase de las eliminatorias de México 86, tres años antes de su retiro de las canchas. No pudo vivir la experiencia de ir a un Mundial, pero recuerda las enseñanzas y amistades que nacieron en ese proceso. “Moyano y yo fuimos muy amigos hasta su muerte, él quería que los jugadores tuviéramos lo mejor, siempre estaba pendiente de que los uniformes fueran de la mejor calidad, que estuviéramos cómodos y nos sintiéramos bien. Era un hombre muy bueno”.

Sobre la participación de la Selección en Brasil 2014, opina que fue memorable, pero no se lo esperaba y que, definitivamente, al analizar las jugadas y el trabajo en equipo de los jugadores, Costa Rica demostró que su nivel ha llegado a un punto que no se podía imaginar hace 20 años.

Hombre de familia

Gladstone se casó con María Eugenia González en 1982, una rubia sarchizeña que le robó el corazón. Hoy llevan 35 años juntos, en el mismo hogar que vio nacer a sus tres hijos: Adriana, Tatiana y Gladstone, en la Jesús Jiménez de Tibás.

“Me casé ya con 32 años… y hoy estamos muy bien. Tenemos a Dios como centro de nuestro matrimonio. Yo recuerdo que muchos se casaban jovencitos, y después no les iba muy bien. Hoy vamos a jornadas de vida cristiana y eso espiritualmente ayuda mucho”.

Aunque sus hijos no heredaron su pasión por los deportes, Gladstone está orgulloso del carácter em-prendedor y empresarial de los tres. Precisamente, su esposa y sus hijos desarrollaron una microempresa culinaria Edgon´s Rice&beans, en Tibás, y este popular platillo caribeño es la estrella. En principio, le preguntamos a Gladstone sobre su participación en el negocio y, como es su costumbre, contestó con total sinceridad: “Yo no cocino, solo como. Más bien, me sacan de cocina. Mi esposa aprendió a hacer rice and beans de mano de mi mamá, doña Aida Clark, en Limón. Recuerdo que María Eugenia lo cocinó tan rico que mamá le dijo: Le quedó mejor que a mí. Ella es una gran cocinera. Mis hijas tomaron la iniciativa, y ahora tienen su propio negocio”.

El futuro de Tibás

Desde 1972, Gladstone vive en la Jesús Jiménez. En estos 45 años, ha visto muchos cambios en Tibás, algunos buenos, pero le preocupan los grandes problemas que vive su cantón, especialmente en temas de delincuencia y drogadicción, de los que ningún barrio escapa.

“Muchos vecinos de cuando yo llegué ya han fallecido; en algunas casas viven ahora los hijos y nietos de esas personas, pero otras familias se han ido a otros lugares. Es horrible ver que la juventud está perdida con la droga. Y, además, falta apoyo municipal y comunal para desarrollar más programas deportivos con los cuales se puede atraer a niños y jóvenes, y darles algo más que hacer para que se alejen de cosas malas. Carlos Cascante está muy empunchado con el tema, pero hace falta acelerar estos proyectos”.

Gladstone piensa que uno de los peores problemas en cuanto a deporte en el cantón fue haber eliminado la Escuela Municipal de Fútbol, a raíz de los problemas que se dieron con el anterior Comité de Deportes, pues los menores fueron los más perjudicados. Ahora, pide al nuevo Comité que piensen es este grupo de pequeños y en la necesidad de las comunidades.

“Hay que tomar esta labor con seriedad. Incentivar a las comunidades para que organicen sus comités por distritos o barrios, que pidan ayuda y se arrimen al alcalde, que haya competencias frecuentes de cualquier disciplina, que se organicen los campeonatos de fútbol interescolares como antes… Que se viva el deporte, y no solo verlo por televisión. En Tibás hay gente joven muy buena que puede sacar adelante esta labor”.

Aunque va con el Club Sport Herediano, el exportero admite lo mal que lo pasa cuando pierde el Deportivo Saprissa: “Sufro por mi gran amigo, Carlos Watson. Él y yo tenemos una amistad de 45 años. De hecho, fui yo quien le presentó a Adilia Muñoz (Q.e.p.d), que después sería su esposa. Hemos sido amigos y compañeros de vida”.

Cerca de las siete décadas, y no obstante los problemas cantonales que describe, Gladstone es enfático en llamarse tibaseño de corazón, al punto que no se iría a ninguna otra parte: “Aunque nací ahí, no me iría a vivir a Limón, aunque es precioso ir a pasear al Caribe Sur. Ya que me lo pregunta, yo quiero pasar el resto de mis días en Tibás”.

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